miércoles, 11 de mayo de 2011

porque lo mas pequeño en ocasiones es lo mas grande

Quizás porque hay quienes te tienen delante y no te ven, y quienes te han visto sin mirarte, porque puedo verte cuando no te miro, y no mirarte cuando te veo. Quizás porque el mismo abrazo que adoro me ahoga, porque aunque me ahoga me atrapa. Quizás porque no siempre correr significa llegar más lejos, porque lo más pequeño en ocasiones es lo más grande, porque lo más ligero a veces es lo que más pesa. Porque en ocasiones uno se salta sus propias reglas para después poder cumplirlas, porque a veces aunque se pierda se gana y porque hay victorias que son derrotas…
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Mi droga. Estoy enganchada a ti y jamás tengo suficiente. Quiero más, y más y más. Rozar la línea de la sobredosis en tu cuerpo, esnifar tu olor con fuerza, y que se me quede guardado en mi memoria para cuando me entre el mono de ti. Pincharme cada una de tus palabras en mis venas y que recorra por todo mi cuerpo tu esencia.
Alarmantemente una yonki de tu voz cada vez que me dices en voz baja que me quieres, mientras yo te pregunto (aun sabiéndolo) con voz de tonta "¿qué?" tan solo para que lo repitas y me vaya a dormir con una doble sonrisa.
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Cada vez que te toco siento una llama y cada vez que me besas me haces alcanzar el cielo... no puedo dejarte marchar... Te quiero en mi vida...
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Me habría bastado eso para entender, para marcharme, para evitar ese dolor. Sin embargo, hay ocasiones que no ves. No ves las cosas que tienes delante cuando lo único que buscas es la felicidad. Una felicidad que te ofusca, que te distrae, una felicidad que te absorbe como una esponja. No las ves. Sólo ves lo que quieres ver, lo que necesitas, lo que te sirve.



¿Cómo es posible?

yo te esperare...

hablo de ser feliz

Hablo de pintarte las uñas de color verde si te da la gana y de vestirte con las camisas de tu padre, de escuchar reggaeton a todo volumen y bailar como loca o de pintarte como una puerta o de comer tantas chuches que te pongas mala, hablo de sonreír si tienes ganas y si no también, la vida es hoy y mañana no sé sabe y de enfadarte si te dan los motivos necesarios, hablo de saltar por la calle y gritar las veces que te dé la gana su nombre, el tuyo o de gritar simplemente tu canción preferida, hablo de mirar el cielo aunque te tomen por loca, sueña despierta, de ponerte tonta si te hacen cosas que no te gustan y también hablo de irte de fiesta a liarla como nunca, de liarte con el primero que te parezca más guapo, se superficial por un día que no pasa nada, sonriele a la zorra que te ha robado el novio y sácale el dedo con esa sonrisa jajaj y a la gente que te odie y te mire mal sonriele y que vean que tú no te molestas en odiarlos y que eres feliz a pesar de todo lo malo, haz lo que se te dé la gana en cada momento, donde quieras y con quien quieras, mira por ti porque dudo mucho que alguien más lo haga, hablo de amar y de aprender de los errores.
Vive, ríe y ama por sobre todas las cosas, nunca permitas que nadie te robe tu vida, tu sonrisa y tu amor porque nadie es tan importante como para que tu pierdas las tres cosas más valiosas de la vida.

el valor de las palabras.

Una palabra puede ser más potente que una lluvia de misiles, porque una palabra dicha, o no dicha, gritada o susurrada puede desatar una revolución.
Uno no se da cuenta de todo lo que tiene que decir hasta que empieza a decirlo. Las palabras están ahí, atrapadas en tu cabeza, quieren salir, quieren ser dichas, quieren ser gritadas
Uno cree que las palabras dan respuestas... pero dan algo más poderoso: preguntas.
Decir algo es muy potente, pero más potente aun es no decirlo. Porque el silencio también tiene palabras, pero son palabras guardadas, elegidas, que esperan pacientes el momento de ser reveladas. A veces solo hace falta abrir la boca para que se desate un huracán porque las palabras cuando llegan te despiertan aunque también pueden distraer, engañar.
Las palabras son pensamientos que se convierten en acción, actuar es la mejor palabra porque no se dice, se hace. Estas provocan, inquietan, movilizan.

Porque cuando todo perdió su valor la palabra puede rescatarnos.
Hay que creer y confiar en el valor de las palabras.

lunes, 2 de mayo de 2011

Fumo porque en el humo creo verte.

Te has marchado, ya te has ido


Te tenía a mi lado pero estaba intranquila. El calor sofocante de la habitación y comprobar que su sueño era profundo no me dejaban a mí conciliar el sueño. Al finl me dejé llevar, calmé mis lágrimas y mi respiración entrecortada y le abracé por la espalda.

No sé en qué momento me encontró el sueño, pero sé que caí en sus redes. La prueba de ello fue la ligereza de mi lengua a la hora de soltar confesiones. ¿Por qué trataba de inventarme una realidad paralela en la que decía todo lo que en verdad callo?

Mis ojos te miran, aunque no como siempre. Están rogándote que entiendas todo lo que te quiero decir sin que sea necesario pronunciar una sola palabra. Te están tratando de transmitir que ya sólo eres tú, que desde hace tiempo ya no hay nadie más... Que ya no quiero a nadie más. Que deseo con todas mis fuerzas que tú sientas lo mismo.

Oigo un ruido a lo lejos. Está rompiendo nuestro momento. Mi momento de sinceridad. Nos alejamos y me doy cuenta de que es el despertador el que me está trayendo de vuelta, el que hace que en minutos te despidas de mí y cruces la puerta de una habitación que huele a ti, que tiene tus huellas dactilares en cada centímetro de su dimensión.

Te has marchado, ya te has ido, y yo me pregunto cuándo reuniré la fuerza necesaria para hacer de mi sueño una realidad.

Remeber me


Hace un rato que me he perdido entre tus fotografías. Imágenes y recuerdos que no pertenecen en absoluto a mi vida, pero con los que ya estoy más que familiarizada. Incluso me he sorprendido riendo de forma espontánea con algunas instantáneas en las que aparece gente que no tengo el gusto de conocer... Tu vida.

Repito: tu vida. Una vida en la que yo sólo tengo una aparición estelar. Sólo coloco una pieza en ese inmenso rompecabezas. Tu vida... Podría tratar de robarte piezas, hacerme con ellas y colocarlas yo, sin que te dieses cuenta. Adquirir protagonismo. Pero no, así no se hacen las cosas. Eres tú el que debe darme las piezas que quieras. Ni una más, ni una menos.

Caliento un café y me dejo caer en mi cama, acomodándome entre los cojines, mientras la misma idea sigue dando paseos en mi cabeza. Tu vida. Contiene un pronombre personal en segunda persona del singular que dista mucho de pertenecer al pronombre personal de la primera persona del plural que es el que a mí me gustaría. Tu vida, nuestra vida. El puente que separa ambos conceptos es inmenso. ¿Qué se supone que tengo que hacer? ¿Cruzar? ¿Andar? ¿Yo sola?

hoy tengo ganas de ti

Hoy tengo ganas de ti. Lo he sabido desde el preciso momento en que he abierto los ojos esta mañana y he respirado el ambiente que envolvía mi habitación. Daba igual a lo que oliera, porque no olía a ti. Mis sábanas, mi piel, mi boca, no tienen tu aroma.

El paso de las horas ha logrado que tu ausencia se haya hecho más presente aún. Y es que me he acostumbrado a que intentes hacerme cosquillas sin cesar, viendo después tu cara de decepción por no conseguirlo. Me he acostumbrado a tus brazos rodeándome, al calor que me proporcionas. A la ternura con la que secas mis lágrimas y a tus besos en la punta de la nariz. Que me he acostumbrado a que te rías de mi inocencia, trates de hacerme enfurruñar y que te encante lograrlo.

Que soy un animal que, al fin y al cabo, se acostumbra a las cosas buenas de la vida. Pero tengo miedo, y esa es otra costumbre, aunque no de las buenas. Miedo a que esto no progrese, a que nos estanquemos y un día todo haya desaparecido. Porque tú eres capaz de lo mejor y de lo peor, y yo ya he arriesgado tanto en esta vida que me siento vulnerable y frágil cuando no me encuentro segura. Y tú, a día de hoy, eres muchas cosas, pero no una cosa segura.

¿Sabes qué es lo más bonito que te puedo decir? Que, siendo ya mayo, lo que más deseo es que volvamos a pasar frío juntos.
- Pero, ¿cómo puedo saber que lo estoy haciendo bien?, ¿cómo se que no me estoy equivocando?.
- Eso no lo sabrás, no, hasta que lo intentes.. tal vez te equivoques pero ¿y qué más da?, si no lo intentas tampoco lo conseguirás. Y si no lo haces tu, ten por seguro que otro lo hará y quizás ese otro lo consiga.. y entonces te arrepentirás toda tu vida de no haberlo intentado, de no haber arriesgado y créeme.. esa sensación es mucho peor que la dulce satisfacción de haberte equivocado.
- ¡Tienes razón! Debería intentarlo.
- ¿Deberías? ¡HAZLO!

juguemos a ser adultos

+ Juguemos a ser adultos para que podamos ser libres, para que no tengan que decirnos lo que debemos hacer, estoy cansada de tener que madrugar para ir a clases, de tener que comer las verduras que tanto odio, de que mis padres no me dejen jugar con mis amigos todo el tiempo que quiero y de que me obligen a acostarme temprano todas las noches.

- Sabes una cosa... jugemos, pero cuando lo hayas probado seguro que no querrás volver a jugar a ser adultos, porque desearás volver a ser pequeño, porque ya no tendrás a nadie que te diga lo que debes hacer sino que te obligarán a hacerlo, porque no tendrás que levantarte pronto sino que perderás el sueño y lo peor es que ya no tendrás suficiente tiempo para estar con tus amigos.
¿Estás segura de que eso es lo que quieres?

+ No lo sé...

Me iré igual que vine

Me iré como vine, con las manos tan llenas de bonitos recuerdos, de palabras de amor guardadas muy dentro, acompañada de un viejo álbum de fotos y esa cajita en la que guardo todo mi tiempo.



Me iré con un beso, en el susurro del viento, junto al rocío en las mañanas de invierno, con tu imagen muy cerca de mi pecho. Me llevaré todo lo que un día conocí, y todo lo que dejé por descubrir, para cuando crea no recordar nada de lo que viví, salga e inunde todo mi pensamiento. Me quedaré... me quedaré en aquel rinconcito, allí donde el todo y la nada se unen en perfecta armonía, haciendose cómplices de nuestra locura infinita. Me quedaré para que cuando creas que no te miro o parezca no mirarte, poder encontrarte, allí, hasta que el sol se apage.

rozando con la yema de los dedos

Bell era una chica soñadora, siempre iba de un lado para otro a paso lento disfrutando de las vistas del camino, todos los días pasaba por delante de un moral, era enorme con una base ancha, tanto que hacía falta tres personas con los brazos estendidos para poder rodearlo, un día se plantó delante de él pensativa, como si una brillante idea estuviera a punto de iluminar su mente, al día siguiente, probó a colgarse de un rama para comprovar si era lo suficiente monte fuerte para sopartar su peso, y sí lo era, acababa de ener una brillante idea, corrío a toda prisa hasta su casa cosa que casi nunca había probado y le gustó esa sensación, un dulce aroma a moras, el viento rozando su cara, removiendo su pelo.
Tardó apenas 10 minutos en llegar, subió las escaleras hasta el desván y se puso a rebuscar entre los montones apilados en la esquina derecha, una sonrisa iluminó su rostro cuando encontró lo que buscaba, ya tenía dos fuertes cuerdas, y solo le faltaba algo en lo que sentarse, una tabla de madera o quizás un neumático, todo podía serle de gran utilidad pero se decantó por una tabla gruesa de madera, le dió una capa de pintura y ya estaba lista para contruir uncolumpio, uno que la haría poder tocar el cielo con las yemas de sus dedos, tardó varias horas en montarlo pero todo el esfuerzo merecío la pena, cuando se montó en él podía sentir que volaba, y conseguía olvidarse del mundo, solo estaban el columpio, ella y la suave brisa del viento.
La princesa cansada de esperar a que su principe azul llegara decidió buscarlo ella misma, escapó de su cuento de hadas, de su mundo de fantasía, uno de papel y tinta.
Buscó en el país de las maravillas, en nunca jamás en todos los lugares que le venían a la mente, pero nada, lo único que conseguía era cansarse más, las piernas ya le flaqueaban pero no se rendía tan facilmente, ella no era una de esas princesitas que se sentaban a esperar en su castillo de cristal, no, a ella no le importaba despojarse de su vestido palabra de honor, ni de sus zapatos de cristal, agotada decidió descansar cerca de una fuente, se sentó en un banco que ya estaba ocupado por otra persona, a este no pareció importarle que ella se sentara en el mismo banco. Desesperada lanzó un grito a los cuatro vientos:
+ ¿Porqué no puedo encontrarte mi principe azul?
El chico que había a su lado se giró y sus ojos se iluminaron
- Mi dulce princesa por fin te encuentro.
Ella al escuchar eso se dió media vuelta y lo miró a los ojos y una sonrisa salió de su carita de porcelana
+ ¿Por qué has tardado tanto en dejarte encontrar?
- Se supone que soy yo quien te debe encontrar y no al contrario.
+ Yo no soy una princesa como todas las demás, yo... soy una princesa... - comenzó
- ...lejos de su cuento de hadas - finalizó él

;)

Tengo doscientos mil veinticuatro defectos, sí. Como tú dices tonta, caprichosa y cuando quiero lo más borde del mundo. Soy incapaz de quedarme callada dos minutos si me quedo callada es que me pasa algo, o de no reírme a veces cuando me cuentan algo serio. Te pongo de los nervios, no me estoy quieta, no puedo estar dos segundos sin moverme. No tengo el mejor cuerpo, sino uno del montón, no tengo nada en especial, ni ojos preciosos, ni labios increíbles, y de lo que me falta en una parte, me sobra en otras. A veces me vuelvo loca, y grito, grito mucho.... Mi risa es contagiosa.Soy celosa, muy celosa, tanto que cuando veo a alguna que se te acerca, me encantaría ir corriendo y tirarle de los pelos, aunque sepa que sólo es tu amiga.Me pico, con motivo..hay veces que me duran dos minutos, pero otras veces me duran días. Cuando me doy cuenta, que es una tontería me arrepiento del tiempo perdido.