lunes, 2 de mayo de 2011

Te has marchado, ya te has ido


Te tenía a mi lado pero estaba intranquila. El calor sofocante de la habitación y comprobar que su sueño era profundo no me dejaban a mí conciliar el sueño. Al finl me dejé llevar, calmé mis lágrimas y mi respiración entrecortada y le abracé por la espalda.

No sé en qué momento me encontró el sueño, pero sé que caí en sus redes. La prueba de ello fue la ligereza de mi lengua a la hora de soltar confesiones. ¿Por qué trataba de inventarme una realidad paralela en la que decía todo lo que en verdad callo?

Mis ojos te miran, aunque no como siempre. Están rogándote que entiendas todo lo que te quiero decir sin que sea necesario pronunciar una sola palabra. Te están tratando de transmitir que ya sólo eres tú, que desde hace tiempo ya no hay nadie más... Que ya no quiero a nadie más. Que deseo con todas mis fuerzas que tú sientas lo mismo.

Oigo un ruido a lo lejos. Está rompiendo nuestro momento. Mi momento de sinceridad. Nos alejamos y me doy cuenta de que es el despertador el que me está trayendo de vuelta, el que hace que en minutos te despidas de mí y cruces la puerta de una habitación que huele a ti, que tiene tus huellas dactilares en cada centímetro de su dimensión.

Te has marchado, ya te has ido, y yo me pregunto cuándo reuniré la fuerza necesaria para hacer de mi sueño una realidad.

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